Este paisaje quedó grabado en mí hace mucho tiempo, formando el telón de fondo de amaneceres, descubrimientos y aventuras que ahora recuerdo como algunos de mis mejores memorias de la infancia. Y cada vez que regreso aquí, siento que puedo volver a revivir toda esa alegría y belleza tal como están preservadas en cada ola, en el barco pesquero que rompe el silencio matutino y en la brisa fresca del mar. Es curioso cómo un lugar puede convertirse en lo que parece una extensión física de nuestro propio paisaje interior. O tal vez sea al revés. Tal vez sean los lugares que nos impactan cuando somos jóvenes los que marcan la forma de nuestro ser. En ambos casos, estamos inextricablemente conectados a los escenarios de nuestra infancia.

Me hará inmensamente feliz que Sant Pol de Mar forme parte de tu experiencia, de tu memoria y, por lo tanto, de ti.